El caso de Martín de Los Santos sigue sumando antecedentes desde Brasil. El empresario chileno, acusado de agredir a un conserje de 71 años en Vitacura antes de huir del país, cumple reclusión en el Complexo Penitenciário Ahmenon Lemon Dantas en Cuiabá bajo un estricto régimen de aislamiento.
Según un reportaje de Chilevisión Noticias, pasa 23 horas al día encerrado en una celda precaria, equipada solo con una cama de cemento y un colchón delgado, en medio de altas temperaturas y humedad sofocante. La medida busca protegerlo, pues su condición de “gringo” lo convierte en blanco de otros internos.
El corresponsal Diogo Souza explicó que, además de la vulnerabilidad por ser extranjero, el empresario presenta un temperamento inestable. De hecho, protagonizó un episodio en el que pidió auxilio a gritos: “socorro, yo soy abogado, tengo derechos humanos”, lo que obligó a la intervención de personal psicológico y social del penal.
Con el paso de los días, su estado de ánimo se habría estabilizado, pero la decisión de mantenerlo aislado responde también a la percepción de riesgo que generan sus reacciones dentro de la cárcel.
En este contexto, De Los Santos ha solicitado libros y recibido la visita de un amigo abogado que le llevó ropa y cigarrillos. Mientras tanto, la Fiscalía Nacional en Chile espera que se inicie el proceso de extradición pasiva para que regrese al país y enfrente la justicia.
Una reciente fotografía filtrada desde el penal lo muestra aparentemente tranquilo, aunque su futuro inmediato depende de los trámites judiciales que se desarrollan en el país vecino.